Y existen por ahí...
...mis pájaros. Que han tenido varios dueños y que mi hija renombró y supo acariciar por algún tiempo. Todavía los quiere pero más de lejitos. Ya no extrae al más orondo de su jaula para acariciarlo y transportarlo sobre su hombro por toda la casa como si fuese su compañero de travesuras infantiles. Algún día de diarrea inesperada Casso se le cagó en el hombro rompiendo así el encanto de sus encuentros cotidianos.
Eso pasó hace ya como cuatro años.
Viejos amigos se han vuelto estos pericos comilones que nunca pensé tener en casa. Me duele en cierto modo saber que están en cautiverio. Pero les brindamos comida y atenciones y ellos con sus gorjeos nos alegran la casa.
Discretamente a veces les converso, más nunca me responden. ¿y quién dijo que tenían que hacerlo?
Existen además nuestros pájaros. Los que oímos cantar en primavera y verano allá afuera en el campo, en las hondas cañadas de los trópicos o en familiares ramas de árboles urbanos. Esos los compartimos todos por haber tenido la fortuna de no haber nacido en jaulas. Los hay de muchas formas y colores y a veces se me antoja muy extraño que ellos logren volar. Algunos se apresuran mientras otros navegan por el aire con movimientos suaves y ondulantes.
Tal vez los pájaros sean felices en todos sus viajes y destinos. Nosotros en cambio tenemos que proponernos diariamente construir un entorno, que sin eliminar los continuos tropiezos y fracasos, nos enseñen a disfrutar las diminutas gotas de felicidad, que el destino nos va dando.
Eso pasó hace ya como cuatro años.
Viejos amigos se han vuelto estos pericos comilones que nunca pensé tener en casa. Me duele en cierto modo saber que están en cautiverio. Pero les brindamos comida y atenciones y ellos con sus gorjeos nos alegran la casa.
Discretamente a veces les converso, más nunca me responden. ¿y quién dijo que tenían que hacerlo?
Existen además nuestros pájaros. Los que oímos cantar en primavera y verano allá afuera en el campo, en las hondas cañadas de los trópicos o en familiares ramas de árboles urbanos. Esos los compartimos todos por haber tenido la fortuna de no haber nacido en jaulas. Los hay de muchas formas y colores y a veces se me antoja muy extraño que ellos logren volar. Algunos se apresuran mientras otros navegan por el aire con movimientos suaves y ondulantes.
Tal vez los pájaros sean felices en todos sus viajes y destinos. Nosotros en cambio tenemos que proponernos diariamente construir un entorno, que sin eliminar los continuos tropiezos y fracasos, nos enseñen a disfrutar las diminutas gotas de felicidad, que el destino nos va dando.
1 comentario
Sor Piadosa de las Mercedes -
Me gusto tu trabajo porque expresas muy bien lo que yo quiero decir poeticamente.